Recuerdo el feo comentario que afirmaba que “doña
Fulanita se mete a puta y queda virgen”. Pues eso: si Rubalcaba -¡llamadme
Alfredo!- se dedica al streptease pasa más hambre que un caracol pegado a un espejo…
Sinceramente
no lo comprendo. Nuestros políticos piden unos tribunales especiales para sus
casos de corrupción; tienen unas condiciones legales particulares como
parlamentarios: ellos están aforados; tienen unas prebendas específicas por
servirnos… ¡y encima hablan de
desnudarse ante los ciudadanos! ¡Qué poquísima vergüenza!
Esto
es muy simple: en la nómina uno, quien sea, ante su jefe, ante quien le paga, nunca
está desnudo… ¡porque su jefe sabe lo que le paga a su empleado!, ¿o es que son tontos los dos? Servidor, como funcionario, tiene la nómina en pelota picá delante de
quienes son sus jefes porque pueden acceder a ella…, ¿o es que somos tontos? El problema, de Alfredo y de todos los
alfredos de la política española, es que estos políticos de
nuestros desvelos se saben JEFES y no saben representar el papel que les toca: el de empleados y servidores públicos… Hace muchísimos años que sus nóminas y
lo que tienen, desde que llegaron a la política, debían estar dispuestas para ser consultadas por
quienes los votamos –o no- y los mantenemos con los impuestos que pagamos y
participamos en un juego –ya consolidado y fijado- queramos o no jugar en él…
Déjese
usted, Alfredo, de alicantinas…, soflamas tartamudas, fervorines, arengas y vamos a lo
que vamos… ¡Vamos al turrón, que se lo comen las avispas!
Y
el señor Floriano, que tiene apellido con rima fea y fácil, que se deje de piruetas
verbales (yo me las puedo permitir aquí: él no en el Congreso) y si le consta
que Alfredo ha trincado –cosa que no creo- que vaya y denuncie en el Juzgado,
que para eso está.
Otro
día, a ver si abro hueco, les hablaré de las comisiones de investigación entre
los políticos: esos caballerescos duelos entre soberbios señores... con espadas de cartón.
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