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Luis Roldán |
Algunos de ustedes lo habrán
olvidado, otros no lo supieron nunca y algunos lo recordarán perfectamente, en
este grupo me incluyo, porque escribí sobre el pájaro. Hubo un director de la
guardia civil, llamado Luis Roldán, militante del PSOE, que entre las muchas
lindezas que perpetro, cometió, hizo, omitió, etc. mentía como un bellacazo, no
podía menos, por Dios. Lo que hoy aquí me interesa es que en su currículum
incluyó, habiendo estudiado hasta bachillerato, que era licenciado en Ciencias Empresariales y dijo haber hecho un master en Economía, ambos más falsos que
el rey Miguel.
Doña Elena Valenciano, vicesecretaria
general del PSOE, también nos dijo que
era licenciada en Derecho y Ciencias Políticas, pero la
realidad, ni alegre ni triste, es que no completó carrera ninguna y que tiene
menos papeles que una liebre.
Hay quienes insisten en que Roldán era hijo de un taxista… que son gente
honrada y cabal y no hay ninguna tacha en serlo: ¡solo faltaría! Tampoco es
baldón ninguno que Elena Valenciano fuera la telefonista de Ferraz: profesión
tan digna como todas las profesiones dignas, pues no creo que unas lo sean más
que otras. No me importa para el caso tampoco que estas dos personas tengan notables,
evidentes complejos: ambos piensan que hay profesiones más dignas que otras
-¡curioso entre gentes supuestamente de izquierdas!-. Tener una carrera
universitaria nos hace tener más… Y lo
que me importa es que mentir les hace ser unos mentirosos, es decir, ser menos.
En Alemania dimite otra ministra, es la
segunda, por haber copiado en su tesis doctoral. ¡Y eso no se hace!: eso es
jugar sucio, eso es mentir. Es curioso: en Alemania, donde están los primeros
de la clase, según dicen, por copiar en la tesis, se dimite. En España pensamos
que eso es una ordinariez: el hacer una tesis, un vulgaridad, y dimitir, una
grosería, y que eso les pasa justamente por empollones y por ir de sobraos… ¡por querer ser doctores!
¿Acaso no podían haberse contentado con licenciarse o con decir, sencillamente,
que lo eran sin serlo? Pues eso, pensarán Valenciano y Roldán, “¡que se jodan y
a dimitir por apuntar tan alto!”.
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