En
el fútbol español, los dos clubes más representativos, DOS, son el Real Madrid
y el Barça. Sus partidos, sus entidades son muestra ejemplar antológica de lo que
es no solo la política española, sino la realidad toda de España.
Estos
dos clubes no son adversarios, son enemigos irreconciliables y me refiero,
claro está, al hondón de su masa social y a las emociones de esta. Los modos
entre sus dirigentes suelen ser –no siempre- educados, contenidos. La masa, sin
embargo, se declara barcelonista y antimadridista a muerte y al contrario: ser
madridista comporta ser acérrimo antibarcelonista, ¿podría ser de otro modo? (¡¡evidentemente
sí!!).
Barça
y Madrid representan las dos Españas. Los moderados y los progresistas, los monárquicos
y los republicanos, las derechas y las izquierdas, los rojos y los azules, los
católicos y los anticatólicos… No se admiten en este juego de intelectuales las
medias tintas ni a los tibios. La disyunción es condición necesaria,
ineludible: de unos y contra otros o no se es ni nada ni nadie (¿acaso no nos
asombramos cuando alguien que no sea de Donosti nos dice que es de la Real? ¿Se
puede ser de Cuenca y del Depor? ¡¡Por Dios, será extranjero, pero no español!
¿Quién ha visto semejante dislate?).
Tras
el partido del miércoles, unos y otros, ese intelectual llamado Callejón azuza
lo ocurrido en el campo: Messi llamó muñeco de Mou a Karanka. Los
barcelonistas afirman que llamaron mono a otro intelectual de la otra
facción, a Alves. Los barcelonistas llamaron hijoputa a Ronaldo. Los
madridistas a Messi subnormal… Unos y otros van poniendo más y más cadáveres y más
mierda, sin perdón, sobre la mesa, ya chorrean la mierda y la sangre, pues es
lo propio de esta nuestra España: ¡Y tú, más, so cabrón!
Pienso en lo que ocurre sobre la corrupción en
los partidos políticos (les prometo varias reflexiones sobre ella y estos),
pienso en el PSOE y el PP y lo comparo con el partido del miércoles y sus
resultas… Y me siento triste, tristísimo.
Es
la historia de nuestra España… De nuestra incivilidad, de nuestra deformación,
de nuestra envidia, de nuestro rencor… Nadie se mueva, nadie escuche, nadie
respete al otro… solo prepárese para repetir ¡Y tú, más, so cabrón!
Vaya, Don Antonio, yo soy de la Real, la Real Sociedad. Lejos me pilla el país vasco pero... soy de la generación de las dos ligas, que no es poco.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ya perdonará usted, don Rafael, usted no es un español al uso: tiene cuatro hijos, es marchador de categoría nacional, intérprete musical, profesor de música, maestro de música, compositor, tiene un blog, lee, ha terminado una licenciatura mientras hacía todo eso... ¡usted currela como un batallón de alemanes! Con unos pocos como usted se haría incompresible la situación de postración en todos los sentidos de España. A Alemania la dejábamos a la altura de una alpargata. Lo siento, en este caso, usted no es la media: usted es un español sobresaliente. Usted es un español con sangre en el ojo, que se decía en tiempos del Imperio... Un abrazo fuerte.
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