miércoles, 30 de enero de 2013

IMPOTENCIA Y RABIA



En España siempre que existieron bandos, fueran facciones de presión de índole variada, partidos políticos, banderías humanas… sobraron los principios abstractos y generales y faltaron las concreciones sobre la buena administración y el servicio a los conciudadanos. Fue norma armarse de argumentos -y armamento, si fue necesario, que lo fue por norma- para alcanzar el poder, para disfrutarlo en propio beneficio y el de los allegados y clientes, y para ejercerlo implacable, siempre que fuera posible y preciso, contra el enemigo en sentido estricto, que nunca adversario de ningún modo. Se lucha siempre sin tasa ni cuartel, a morir, con todos los medios, que justifican el fin, para, insisto, alcanza el poder, monopolizarlo si es posible, aprovecharlo y aprovecharme de sus resortes, insisto, en mi propio beneficio y no hay mejor enemigo que el laminado, el muerto, el huido, el humillado, el reducido a polvo y ceniza, que es de donde vino y nunca debió de salir…
¿Qué han logrado los partidos que tenemos en el hemiciclo y fuera de él, legales e ilegales, desde el 75? ¡Cargarse la fresca fragancia de una democracia anhelada y desvirgada, prostituida y envilecida con una celeridad que solo pueden mover, a esa velocidad, el rencor, el odio, la maldad, la envidia, el individualismo, la indolencia, la pereza, el proxenetismo, la inconstancia, el egoísmo, la mentira, el robo, el estupro, la chulería…!
¡Qué risa de las corruptelas menores de aldeas y chozas! ¡Qué graciosas burlas los pequeños robos a la Administración de todos! ¡Qué hermosos los robos desde palacios y sedes de grandes empresas y partidos! ¡Qué bien lo pasamos cobrándonos las deudas seculares que tejimos en nuestros calenturientos y odiosos caletres! ¡Qué divertidas nuestras casas pagadas por todos, en las comilonas, en nuestros coches, en nuestras fincas, en nuestras fiestas subvencionados por los conciudadanos! ¡Qué risa! ¡Qué inocentes e ignorantes esos contribuyentes de toda laya que creyeron que la supuesta democracia los llevaría al paraíso de la Babia terrenal!
         ¡Es posible que en esta situación se pudiera comprender que siento odio, pero no lo siento porque no quiero sentirlo ni consentirlo, pero tampoco puedo contener la rabia que provoca mi impotencia, nuestra incapacidad secular, nuestra postración sin solución!
         Siento no tener hoy más ideas ni más sentimientos que la rabia y la impotencia, lo siento por usted Lo siento, de veras.

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