viernes, 18 de enero de 2013

ALAS NEGRAS... DE LA MENTIRA



         Leo, sin asombro, que Lance Armstrong ha confesado que se dopaba. Que durante sus siete tours usó sustancias prohibidas que le daba fuerzas  para ganarlos. Esas sustancias, afirma, ponían alas en sus ruedas. Admite que ha mentido, que ha vivido en la gran mentira, que incluso se sentía con derecho a mentir (¡él que tuvo un cáncer y lo supero se tomaba la justicia por su mano!). Su mentira no era mentira, según él. Su ambición, su deseo de ganar justificaba su juego sucio, su falsedad… "Doparse era como poner aire en nuestras ruedas y agua en nuestros bidones. Era parte de nuestro trabajo", "Yo no creo que haya hecho trampas. Creo que todos competíamos en condiciones similares". Yo mentí, yo lo hice, soy culpable, no me di cuenta de su alcance y, de todos modos, TODOS LO HACÍAN.
         Es la pésima condición humana de las malas personas: quiero algo y para conseguirlo, como soy una persona inmoral, cualquier medio justifica la consecución del fin. El medio que una y otra y vez se usa es la mentira (¿Acaso no se llama tradicionalmente al demonio el padre de ella? ¡Amigo mío!: seréis como dioses fue la mentira inaugural del mundo según el Génesis).
         La virtud más importante es la PRUDENCIA, auriga virtutis, decían los clásicos, y la más repugnante es la mentira, y eso lo digo yo. El mentiroso se suele mentir a sí mismo: la inteligencia, a veces escasísima de estas malas personas (nunca el malo es inteligente) sirve para iluminar la justificación del mal que hacen y así seguir respirando, para poder seguir viviendo y mirar al vecino, ¡a sus zapatos porque a su cara…! Se miente a sí mismo; miente a los íntimos; desuella a los demás; arruina al lucero del alba… Aluengo de menda, er deluvio, que decía aquel.
         ¿Les suena a ustedes que la mentira envuelve por doquier la cosa? La corrupción, el robo, la mangancia, los eres, la fuga de capitales, la coca, la amiga del Rey –nuestro señor-, Torres & Urdangarín apaños de postín, los Pujoles, los Mas, los Bárcenas, los Poquemos, los bancos usureros, los Malayas, los Gurtel, los Armstrong, las sustancias prohibidas, los desfalcos…
         Todavía me acuerdo de Luis Roldán, que por ahí debe andar el ingeniero que no lo era, cuando decía que, siendo el Director de la Guardia Civil, cada vez que había un atentado se deprimía y, para animarse, se echaba unos kilos de billetes sin control, del fondo de reptiles, en sus talegas… Supongo que esos millones que robó ponían también aire en sus ruedas…

1 comentario: