En dos días me encuentro con las mismas explicaciones.
Una funcionaria me cuenta que se ha operado en estas vacaciones
para poder seguir con un proyecto que tiene en su trabajo, para atender las
demandas de su puesto y “porque me retendrían no sé cuánto dinero al ser una
postoperatorio de menos de 21 días”. Lo que dijo Herodes.
Una señora con trabajo (¡dicen que es un privilegio! Creía
yo que era una necesidad y un derecho) en la empresa privada, me comenta que no
le conviene operarse ahora, como le aconseja el galeno, porque tendría que
estar tres días, intervención incluida, sin asomar por su puesto de trabajo “y
las cosas no están para bromas”. ¡Marchando otra de Herodes plancha!
¿Quién que no haya sido estudiante no ha padecido el castigo
injusto por la barrabasada de un alguien que no salió voluntario y donde todos
callamos, por temor o ignorancia? La frase en España según Covarrubias tiene
siglos: “pagar el pato”, es decir, aquí pagan justos por pecadores. Al no haber
culpable se condena a todos por igual. Eso no es justicia, sino una putada.
Habrá funcionarios, ¡que los hay!, habrá políticos, ¡que los
hay!, habrá empleados, ¡que los hay!... ¡cumplidores a rajatabla!, pero están
quienes no lo hacen, quienes se pasaron los meses de valvulinas sin dar palo al
agua, de baja con enfermedades etéreas ni físicas ni espirituales… y ahora,
queridos míos, ese pato lo pagamos TODOS y no a escote, sino como los políticos
reparten. Es lo que hay. “A la Empresa se viene a mamar Marina”, decía mi
sargento en la Infantería de la ídem… Pues eso: Las quejas al maestro armero.
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