lunes, 17 de diciembre de 2012

Ignoro si lloverá mañana... ¡Veo a ese ridículo gordo de rojo!





        Donde reina el relativismo absoluto: hoy, aquí. En el pensamiento, en la realidad cotidiana: el fin justifica cualquier medio –“¡Son mentirijillas piadosas!”-. Todos dicen que todo vale, pero luego lo que no entra por el ancho de su embudo vale menos de lo que se decía: “Ya no vale, oiga: No juego”. Ahora, en estos días melifluos del Adviento -"¡Dios sabe lo que eso será!"-, los pensamientos, sin que sus portadores conozcan su origen, se pueblan de buenas intenciones e ideas de señorita catequista. ¡Lástima que las buenas intenciones no sirvan sino para antes de empezar! De buenas intenciones, dicen –“¿Quién lo dice?”-, está empedrado el Infierno –“¡Que no existe!, so ignorante”-… y así a casi todos nos entran unos inconcretos deseos de ser buenos que se ven reducidos a la nada: ni bueno ni malo –“¿¡No creerá usted que existe el bien y el mal!?”. “La verdad, tampoco, oiga: la verdad no existe. Lo que haya oído, leído o visto sobre la masacre de hace unos días en lo USA es de mentirijillas. No fue verdad: vaya usted, si no y se lo pregunta a los papás de las niñas asesinadas… ¡Puro videojuego, señorita!-”.



         Qué días tan hermosos y felices… y a seguir barajando… Feliz año nuevo, añadirán… Pues eso.

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