miércoles, 15 de febrero de 2012

¡¡Estamos en buenas manos!!


La sra. Valenciano, 13 títulos universitarios y una carrera, la del galgo.

El sr. Burgos... otras 13 carreras y, además, siendo niño quiso ser médico.
         Leo en El país. Lea usted, por favor. No, no se trata de un curso de periodismo y cómo sesgar el titular. Le he advertido. Es El país, es decir, a Elena Valenciano (PSOE) le atribuyen (ella, pobrecita, qué va hacer, la culpa no es suya); Burgos (PP) falseó su currículum, ¡el muy sinvergüenza! 

La Eurocámara atribuye dos licenciaturas a Elena Valenciano que no tiene.

 

Burgos falseó su currículum durante tres legislaturas en el Congreso.

El secretario de Estado de la Seguridad Social declaró de 1993 a 2004 que era “licenciado en Medicina”


         Discúlpeme, insisto, no se trata de una clase de periodismo, sino de mundología y ética. Quien miente miente siempre y en todo. La virtud y el vicio son así. Dice el refrán: Quien tiene un vicio, o se mea dentro o, al salir, en el quicio. No hay otra. Los políticos son unos animales bípedos acostumbrados a mentir y a lo que haga falta: es su modo de ascenso en lo público y donde cursan sus verdaderas carreras, en los escalafones de los partidos políticos. Cuando luego salen al patio público SIGUEN MINTIENDO y lo hacen en todo y para todo.
         Decían que Valle-Inclán era tan mentiroso, tan reiterativo en sus mentiras, que llegaba a momentos en que ni él mismo sabía si era verdad o mentira lo que contaba, es decir, el colmo del mentiroso… Pues eso es lo que les pasa a los políticos que repiten tantas veces la misma mentira que parece que, al final, se teje una apariencia de verdad, algo verosímil, una mentirijilla… UNA VERDADERA MENTIRA…
         En el singular modo de tratamiento de la información sigue El País: La ficha en la página web del Parlamento Europeo de la vicesecretaria general del PSOE, Elena Valenciano, la presenta como “licenciada en Derecho y Ciencias Políticas”, dos carreras que no terminó. En realidad, pobrecita doña Elena, fue a matricularse y se paseó por allí, pero prefierió los lereles del partido: más pingües y llevaderos. ¿Y el otro pillatigres? Otro que bien vale… Se puso una vez, cuando niño, una bata para jugar a los médicos… ¡y de ahí su licenciatura! ¡¡Doctores, que se dicen!!
         ¿Pero cómo es posible que estos sinvergüenzas asciendan, están ahí, nos manipulan, nos manejan, nos roban el dinero, no saben gestionar, no sirven para estudiar una mierda de carrera y tampoco para llevar nuestros asuntos? ¿¡Indignado!?
         — No señora, no. ¿Indignarme yo? Nada. Cada uno a lo suyo. Que sigan barajando… Ahora le toca al Tocho y al Méndez… que van de mano…

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