— ¿Qué quieres
tomar?
— Una alhambra especial.
— Por favor, ¡camarero!: dos alhambras
especiales.
— Oye, ¡cuánto tiempo sin vernos! ¡Qué buen
aspecto tienes!
— Sí, ya era hora que echáramos unas gaseosas
y charláramos.
— ¿Cómo te va?
— No me puedo quejar. Sigo aún con el taller
en el pueblo. ¿Y tú?
— Bueno, pasé por el tribunal médico y me
dieron la invalidez gracias a Juan Sola, el abogado muy listo, que es compañero,
pero sigo atendiendo el negocio con mi mujer aquí, en la capital.
— Has hecho bien porque está muy jodida la
situación. Yo tenía a tres trabajadores contratados en el taller, pero hablé
con ellos y llegamos a un acuerdo de despido, pero siguen trabajando.
— ¿Están despedidos y siguen trabajando?
— Sí. Nos viene bien a todos: yo me ahorro los
seguros sociales, que son la polla de caros y ellos cobran el paro y el sueldo…,
¡pero claro yo les pago menos que cuando tenían contrato! Y así todos
contentos: Ellos ganan más y yo también.
— ¿Y si te trincan?
— ¿Quién va a pasar por el pueblo? Además, los
tres talleres que estamos ahora abiertos allí hacemos lo mismo y no nos vamos a
denunciar unos a otros para jodernos.
— ¡Ah, vale! A nosotros, en el negocio, un día
nos visitó un inspector de trabajo y, por suerte, yo me encontraba en la puerta
del local, fumando un cigarrillo.
— ¿Pero estaría tu mujer?
— No, ¡qué va! El negocio lo llevo yo en
realidad, pero les dije que lo regentaba mi mujer, que es la que aparece en los
papeles, y que yo estaba allí ocasionalmente porque ella había salido un minuto
a un asunto urgente. Además tuve una suerte de putamadre, el pallopony que
tengo allí sin contrato estaba ese día en el médico… ¡menos mal, coño!
— ¿Y se lo tragó el pavo?
— ¡Claro! Se fue y no ha vuelto más. Me
acojoné un poco. Si no se traga aquello nos multa y a lo mejor hubiera perdido
yo la paga. Al menos eso me dijo Juanito Sola.
— La verdad, es que estos inspectores son unos
gilipollas o les importa to un güevo porque les han reducido el sueldo y ganan
menos. De todos modos los cabrones de los funcionarios, para lo que hacen…
¡anda y que les den porculo! Total, para lo que hacen, mucho ganan aún.
Hablando de esto, ya ves: mi hija chica estuvo a punto de perder la beca porque
alguien fue por ahí contando que el taller no estaba declarado y nos daba
muchos ingresos y tal.
— ¿Y qué pasó?
— No, nada, no se pudo demostrar lo que decía
el cabrón anónimo. Eso de la declaración lo tengo bien trincao. La niña sigue
cobrando todos los años la beca máxima, unos 5000 euros, que son para ella,
para sus gastos del teléfono y sus salidas…
(Suena
el teléfono móvil). Uno de los dos colegas saca su teléfono, consulta el número.
— Perdona: es un proveedor. ¡Oye, que
significa esa factura con IVA del otro día!... ¿Cómo?... Nada de eso. Me la
emites de nuevo sin IVA o no cobras...sí, hasta las seis estoy allí. Hasta
luego.
— ¿Te quieren meter el IVA?
— Sí, se lo he dicho al tío de las pizzas mil
veces y sigue dale que te pego con el IVA de los cojones: aquí nadie paga
un duro y quiere que lo pague yo, tiene el tío güevos, ¡y encima los muy
chorizos del Gobierno nos lo suben a las nubes para ellos cobrar más…! ¡Una
mierda!
— Sí, vaya mierda de país, con tantos
impuestos.
— Por cierto, sabes que me he comprado un
Audi.
— ¿Sí ¿Cuál?
— El Q7
— Joder ¡el que llevan los futbolistas!, que
pedazo máquina... te habrá costado un pastón.
— Sí, es caro, pero me he ahorrado una pasta.
Si quieres te digo cómo.
— Dime, dime...
— ¿Tienes a algún minusválido en tu familia
o a alguien de confianza que lo sea?
— Pues no sé, tendría que verlo...
— Yo lo he puesto a nombre de mi padre que,
como sabes, tiene una gran minusvalía. Me he ahorrado el Impuesto de
Matriculación, me han hecho una rebaja en el concesionario, no pagaré jamás el
Impuesto de Vehículos al Ayuntamiento y, para colmo, aparcaré donde me salga de
los güevos, en cualquier plaza de aparcamiento reservada para minusválidos ¿Por
qué te crees que hay tanto coche de gran cilindrada con el cartel de
minusválido en las calles?
— Estás en todo, macho, pero ¿se tragarán que
tu padre conducirá eso con 80 años siendo minusválido?
— Éstos del Ayuntamiento se lo tragan todo. ¿No
han estado tragándose lo de las recetas de cáncer de mama para abuelos con
manguera? ¡Aquí cuela lo que les echen! Por cierto, hablando del Ayuntamiento
¿te has enterado lo del alcalde del pueblo? ¡Qué cabrón! ¡Que bien amañado lo
tenía todo! ¡Qué poca ética! A mí me extrañaba que la recogida de basura
siempre la ganara la misma empresa.
— Sí, ¡qué cantidad de hijoputas ladrones nos
gobiernan! Y para colmo hay que mantenerlos a toos. ¿Y el asunto de ese que era
presidente de la Junta, dándole un pastón a la empresa de su niña y los ERES y lo
que quieres…? Comisiones, trincadas, cazos… ¡vaya una mierda de país! Y ahora
los catalanes que también se trincan lo que pueden y nos echan a nosotros el
perro…
— Ni que lo digas, vaya país de sinvergüenzas
y corruptos nos gobiernan. No hay que votar a ninguno, que son toos iguales.
Van a lo que van.
— Oye, quieres otra cerveza.
— Sí, sí, vale. Pero disculpa un segundo, que
voy a asomarme a ver el coche, que está en segunda fila.
España, una unidad de destino en lo
universal…
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