Jaimito saludando desde los medios. |
Andaba Jaimito resfriado y bregando con sus coches en
la cocina mientras su mamá preparaba el almuerzo.
—
Mamá, dice papá que los políticos viven en palacios.
—
Algunos, hijo. Tu padre es un exagerado.
—
¿Y por qué viven en palacios? ¿Son ricos?
—
Sí, hijo: los ricos viven en palacios o en casas como palacios, pero se las
pagan ellos. A los políticos se los pagamos entre todos. Los políticos son
poderosos y algunos, además muy ricos.
—
¿Ellos no tienen su casa? Sí, supongo que sí.
—
¿Y por qué no viven en su puta casa y nos sale más barato?
—
No se dicen palabrotas: te lo tengo dicho. También hay muchos españoles que
viven en casas que son de los bancos y montan en coches de los bancos… y en los
bancos también hay pequeños ahorradores y accionistas que pusieron su dinero
para que se lo prestaran a otros… que ahora dicen que no pueden pagar, pero que
lo disfrutaron... Aquí el caso es vivir a costa del otro, quejarse mucho y que
el Estado nos lo solucione… Los políticos son unos canallas, dicen, pero “que
me solucionen mis problemas, los problemas que yo me creo…”.
—
¿Y cuando echan a los pobre a la puta calle no te da lástima, mamá?
—
¡No se dice la puta calle, Jaimito! Sí, me da lástima, pero el banco les dio lo
que ellos pidieron: supongo que entonces estaban contentos. Hicieron como la
cigarra. ¿No te acuerdas Jaimito de la fábula de la hormiga y la cigarra? ¡Aquí
ha habido muchas cigarras y muchos zorros!
—
¿Y a ningún político lo echan de su casa, de su palacio?
—
No hijo, no. Los políticos, una vez, montados en la Política…
—
Mamá, ¿es que la política es una puta?
—
¡Te voy a dar con pimiento picante en la lengua por decir palabrotas!
Abrumado, confuso, Jaimito deja tosiendo la cocina, en su mano el camión verde
y va musitando algo de los hijos de las mamás de moral distraída, de esas
santas madres que tienen hijos…
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