lunes, 12 de marzo de 2012

Muñoz Molina la sensatez desde Nueva York.

Harold Bloom


         No dispongo de tiempo. Lo importante me come hoy. Lo urgente puede esperar… ¡debe esperar! Muñoz Molina no es en absoluto escritor de mi devoción, mas lo marqués no quita lo valiente. Cuando tenga un ratico lo cuento aquí o allá. Lo que sí deseo es airear un párrafo que me envían de un artículo suyo y que ya digo, suyo o mío, de los dos, lo cierto es cierto aquí y en Sebastopol:

         Ahí que va la firma del maestro:

         Y autocrítica, insisto, para no ceder más al halago, para reflexionar sobre lo que cada uno puede hacer en su propio ámbito y quizás no hace con el empeño con que debiera: el profesor enseñar, el estudiante estudiar haciéndose responsable del privilegio que es la educación pública, el tan solo un poco enfermo no presentarse en urgencias, el periodista comprobando un dato o un nombre por segunda vez antes de escribirlos, el padre o la madre responsabilizándose de los buenos modales de su hijo, cada uno a lo suyo, en lo suyo, por fin ciudadanos y adultos, no adolescentes perpetuos, entre el letargo y la queja, miembros de una comunidad política sólida y abierta y no de una tribu ancestral: ciudadanos justos y benéficos, como decía tan cándidamente, tan conmovedoramente, la Constitución de 1812, trabajadores de todas clases, como decía la de 1931.

        En el fútbol, con echarle la pelota al compañero y meter gol… se cumple: ¡tampoco es tan difícil! Vamos a hacernos la vida sencilla y práctica y no la puñeta, oiga.

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