miércoles, 16 de mayo de 2012

Cándida carta a Cándido Méndez.


       
         Inigualable e inmarcesible Cándido:
        
         Desde que te mueves por Madrid no te he vuelto a ver por el paseo de la Estación, ni por el barrio… ¡Llevas tantos años fuera de Jaén! Tiempo has tenido de cultivarte, comprar relojes, quitarte mucho del pelo de la dehesa y polvo de la cantera de Trueba, aunque me sigues pareciendo el mismo excelente bebedor de tubos de Alcázar del bar León, donde tantas veces te veía, mientras yo iba a los futbolines de Moisés… ¡qué tiempos! Entonces no vestías como ahora; aunque ya tenías el mismo aire intelectual de hoy, ¡tan candoroso tú, Cándido!
         Te pongo estas letrillas porque quiero que me ayudes a comprender lo que no alcanzo. Seguro que tú, que tanto has viajado ahora, que vives en Madrid y que eres el jefazo de la UGT, seguro que me sacas del aprieto.
         Llevo 30 años trabajando en la enseñanza. Tengo un cochecillo modelo medio-bajo y un piso que aún no he terminado de pagar. No tengo joyas ni obras de arte de valor… Trabajé 22 años en la empresa privada y siempre me subían el sueldo, unas veces más y otras menos: trabajaba mucho y cobraba menos que en la empresa pública en el mismo nivel de empleo. Ahora, desde que saqué unas oposiciones como profesor en el 2004 (antes del llamado “arreón” de puertas abiertas a miles de interinos que vosotros hicisteis en Andalucía). En dos ocasiones los socialistas, vosotros, en estos ocho años me habéis bajado ya el sueldo dos veces: una desde Madrid lo hizo Zapatero I el Necio -a quien tú sonreías- y ahora lo hace tu compañero Pepe Griñán… ¡Y no lo entiendo, Cándido! La verdad es que a nadie le gusta que le bajen el sueldo…, a nadie le agrada que de forma unilateral le cambien las condiciones de su trabajo, a nadie le gusta que por cojones unos tipos que han despilfarrado, gastado, etc. se tomen la libertad de disponer de parte importante de tus esfuerzos… ¿Tú me lo puedes explicar?
         En ninguna de las dos ocasiones os he oído a Toxo –¡qué Castelar de la tribuna sindical!- ni a ti hablar de manifestaciones, de huelgas, de quejas… A mí, sencillamente, que os arroguéis la defensa de los más necesitados –por ser de “izquierdas”, que no sé lo que es- me duele en la inteligencia. ¿Tú me lo puedes explicar?
         No os he oído a vosotros renunciar a nada de lo mucho que tenéis, de lo mucho que cobráis, de lo mucho que recibís del Estado –de mis impuestos, eso sí sé lo que es-… Me asombra que aún seamos tan tontos de seguir pagándoos vuestros… ¡lo que os da la gana!, cuando, perdona, sois cuatro pitos y un tambor los afiliados a ambos sindicatos… ¡te lo digo en serio, Cándido, no lo entiendo!, ¿tú me lo puedes explicar?
         He pensado, viéndote, que quizá erré el camino. Que eso de dedicar 30 años a la enseñanza fue un error en parte. Que eso de querer mejorar la sociedad, ayudar a los demás, enseñar al que no sabe, etc. ha tenido un costo personal excesivo… y que quizá debí hacerme de “izquierdas” –que no sé lo que es, pero me gusta- y así tener como tú una vida de viajes, de no tener un horario canalla durante tantos y tantos años, de no tener que soportar todos los desmanes a los que vosotros los socialistas –los de “izquierdas”- habéis sometido a la enseñanza en Andalucía…, ¿tú me lo puedes explicar?
         Pienso yo, Cándido, que sé mucho más que Zapatero I el Necio de RAMÓN, que lo he leído muchísimo más que él, lo conozco mejor… ¡y antes que él! y, aunque yo no quiero ser contador de nubes, sí que quiero tener como vosotros los de izquierdas: relojes buenos como tú, un buen sueldo como el Necio, coches pagados como vosotros, dietas como las vuestras, una declaración de la renta como la tuya y la del Necio… y así… ¡muy de izquierdas, la verdad! Ser como Botín, un banquero rojo de izquierdas…
         En realidad, ¿sabes?, más que darme una explicación… Cándido lo que e pido es que hagas un ejercicio pequeño y comprensible de nepotismo y a mí que soy paisano, cultivado, con muchos más años que tú trabajados en la empresa, en la privada y en la pública, y que, pienso y escribo yo, que ya va siendo hora de que me hagas de izquierdas, que me redimas por la izquierda de tanto quebranto…, por favor, Cándido… no me expliques nada…

         A la espera de tus noticias…  

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