Las veces que la vida y esa que dicen
ciega, la Justicia, me puso delante de los jueces no fueron plato de gusto. Me
desagrada el poderío con que el juez trajina en su Juzgado, el modo en que te
corta cuando intentas hablar, el que esté en un plinto y en alto y uno a la
altura de sus almorranas, en fin, que no me es plato de gusto.
Tampoco me son gratas las relaciones
con los maderos, la poli, los verdes, los civiles y etcétera. Que me consta son
más las veces que me jodieron que las que me sirvieron, al menos directamente,
porque entiendo que hacen lo que les hemos dicho que hagan y poco a poco, creo,
van enterándose que son SERVIDORES PÚBLICOS.
Sentado lo anterior, que no sé por qué,
que ando detrás de los jueces como adolescente tras las faldas. La verdad es
que he llegado a la conclusión de que o funciona la Justicia en España o
estamos jodidos. El legislativo y sus lacras no nos dan alegrías. A diario no
hay amparo, en una época peor que la peste negra del de mediados del XIV, esos
pseudofuncionarios, esos que se ayuntaron al Estado sin oposición, a dedo, a la
mamandurria sin más credencial que sus amigos, que sus colegas, que su partido
y su carné político, a todos ellos Dios confunda. Son estos, la mayoría, los
que tienen, y tuvieron, unos sueldazos que dan para lo que haya, gentes sin
escrúpulos que negociaron con lo nuestro y de lo nuestro se llevaron cuanto quisieron…
Me pregunto cómo fue posible. A las puertas del infierno los espero. Ellos no
creen en el agujero negro porque no han leído con cuidado al Dante.
Ahora, sin embargo, no me queda más
remedio que echarme en brazos de los jueces. Garzón mi paisano era estelar, para
ser de pueblo y su vulgaridad lo traicionó. Se confundió mi hombre o lo engañaron,
quizá de todo hubo: se engañó y se dejó engañar.
La jueza Alaya es estrella en este mi blog. Que no
me olvido de Griñán,
ese gañán, y la defensa cerrada que hizo de sus subordinados en el talego. Este
tipo de defensas me recuerdan a las que hacen los proetarras con sus amigos
asesinos que están condenados por matar, por asesinar, por ser unos… Esas
defensas, insisto, me recuerdan a estos otros bandoleros. Lo será siempre en
este blog: la
jueza Alaya, con dos cojones donde los haya.
José Castro ya entiendo que no tiene nombre de
juez estrella. Un tío que se llama Pepe Castro, en mi pueblo, tiene nombre de
peluquería unisex, sin embargo, cuando lo he visto entrar en el Juzgado, a
Urdangarín tan relamido en el vestir, con carita de yonohesido… Y a su señoría,
sin embargo, con una chaqueta negra de cuero, con el botón de la corbata
suelto, con una chaqueta de ante, con prisa, a pie, diciendo lo que puede decir…,
aunque sea un “Buenas tardes…”. Ojo, no lo conozco, pero me quedo con ese juez que
tiene el pueblo escrito en la cara… Y más aún si encima los señoritos del
levante –¡y llévense todo lo que puedan!- piden el cambio de juez. Me imagino a
su señoría… De veras. Este Castro se arremanga y mira por encima de sus gafas
el nudo de la corbata de tres mil duros de Urdangarín sin tener ni idea de qué
sea Gucci…,
porque le importan tres huevos tanta pijada…, que a lo que vamos es a averiguar
de una vez quién se los llevó, dónde están, qué tienen que ver unos con otros ¡y
a otra cosa coño!: que tenemos bulla.
El último reducto donde poder confiar
todo español de bien, mal que me pese, está en los uniformes de la madera y las
togas de los jueces… Pues desde aquí mi aplauso cerrado para esos FUNCIONARIOS
EJEMPLARES.
Me uno a lo dicho y te felicito por la transparencia: sinceramente, en estos tiempos, es reconfortante ver que aún hay gente que merece la pena y que trabaja para el pueblo, y fuera vestiduras y pijerías varias... Vamos, que me quito el sombrero.
ResponderEliminarAquí estamos cargados de responsabilidades que nos hemos buscado. Lo cierto es que, seguro, somos más que LOS MALOS, pero no tenemos la misma capacidad que ellos (LOS HIJOS DE LAS TINIEBLAS..., Lucas 16, 8, con perdón). Para esto se inventó este blog. Te aconsejo el libro de Havel, EL PODER DE LOS SIN PODER, ed. ENCUENTRO..., si no me falla la memoria y del mismo autor LA RESPONSABILIDAD COMO DESTINO. Muchas gracias por animar esta playa con un solo cocotero... ¡SALUD, COMPAÑERA!
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