Me dicen los amigos que si no me parece
que está subiendo el tono de mis entradas en este blog. Palabrotas, insultos más
o menos directos o velados, ironías, etc. La verdad es que pienso que no del
todo. La guerra de guerrillas, dicen, las inventaron los españoles cuando no
les quedaban más bemoles que hacer lo que se podía contra el enemigo más
fuerte, más cuantioso y mejor armado. La guerra de guerrillas basa su
estrategia en un mejor conocimiento del terreno, sea el geográfico, el estilístico,
el gramático o el que fuere, y saber hacer uso del poco material bélico o
belicoso de que se dispone más los efectivos con que se puede contar en situación
precaria, como es la de quien suscribe. Y el valor se debe demostrar siempre.
Aquel Viriato, pastor lusitano, de mi Enciclopedia Álvarez,
les dio sopas con honda a los romanos que vinieron Bética abajo como si esto
fuera el baño de la sorda. Mi hombre ahí… puso en juego lo que tenía.
Otro tanto ocurrió con el francés. Cuando
Napoleón
nos la quiso meter por Toledo y hasta Portugal con la traición del Lolo Godoy
y sus tejemanejes se encontraron con mis paisanos que le pusieron banderillas
de fuego en los vericuetos de la serranía y en los oscuros de los callejones de
fachadas enjalbegadas desde donde llovían macetas y aceite hirviendo a la voz
de ¡a joderse tocan!
Estamos en tiempos rudos. Tiempos difíciles.
El pusilánime, como el boquerón que se duerme, se lo pela la corriente. Es
hora, como siempre, de buenas formas y educación, pero no se puede jugar con
los ingleses en Gibraltar con pistolitas de agua. No se trata de eso. Si
empezamos así, terminamos como están los pobres sirios a quien Dios ayude,
porque lo que es nosotros, los hombres, no hacemos sino amenazar al cabronazo del
pescuezo largo y él no deja de pasarse por los cuchillos largos de su potente
armamento a todos los que puede… Los muertos ya no pedirán cuentas. Esos ya no
hablarán del alto el fuego. Esos ya no hablarán con la gente de la ONU y ese tío
que se largó con su hijo y la pasta, ese tal Kofi Annan, que no para de decir qué horror, qué
horror, pero aquí no mueve nadie un dólar…, ni un hombre, ni un avión, ni un
barco… Los muertos que descansen en paz.
No, este blog se sitúa en la línea de
la escalada de violencia, que dicen los del gremio, con que nos agreden y me
agreden. No pasa nada ni aquel lado ni a este. A este lado uno es más orgulloso
que un castillo viejo… y en aquel ocurre entre los tontos, los cabrones, los
ladrones, los sinvergüenzas, los políticos infectados, los bandidos,
bandoleros, bucaneros… que no se acaban nunca; a este lado, ojo, también
estamos la tira de tíos. Sucede como en los clanes de los malos, sean de la
pata que sean: la dificultad
para acabar con los clanes familiares de la droga, por ejemplo, es que cuando
unos están entrando por la puerta del talego, otros asumen las funciones en el
patio de Monipodio, a esto lo denomina la pasma resistencia
por sustitución, es decir, que no hay cojones quien
tumbe el tingladillo por mucho que achuches. Pues eso mismo quiero yo que pase
a este lado, pero entre los buenos.
Cierto que bien podía dedicar mi
tenacidad a mejor causa, pero esto es más o menos como aquel TODO POR LA PATRIA
que me hicieron jurar o prometer y besar, que ya no recuerdo bien, pero que mantengo.
Mientras podamos, aquí seguiremos con la guerra de guerrillas a sabiendas de
que soy del grupo de quienes no tienen poder… Mi poder es que usted me lea y
genere espíritu crítico…
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