Oremus pro fratres... |
Mientras
preparaba el almuerzo. Hoy era cosa fácil. He podido asistir en directo a la
rueda de prensa que tras el cónclave socialista ha dado el Padre Rubalcaba en el
refectorio. Hacía tiempo que no tenía la oportunidad de escucharlo a sus anchas
y veo que ha habido notables cambios en su retórica, ¡San Quintiliano nos proteja!
No
me he encontrado con el Rubalcaba de siempre, si le das la espalda te la clava.
El Rubalcaba crecido del gobierno o aspirante a presidente, ya huido de los
aledaños de ZP
I, el Necio… Yo formé parte de
su gobierno, pero no tanto… Ahora no me encuentro con el Rubalcaba
sonriente, malicioso, que abría a medias su boca y mostraba esos dientes largos,
de lobo feroz, grandones, separados… Ya no tengo delante al Rubalcaba que con
poderío se apoyaba de media anqueta en el atril, como lo hacían los socialistas
de la escuela de verano Jaime Vera… Pajín lo hacía muy bien, se apoyaba de lado, como
si de la barra del bar se tratara, y lo hacía con la audacia y el desplante
chulesco de quien tiene mucho estaño en el codo, fruto de estar en la taberna. Lo
hacía también Elena
Valenciano, no tengo los títulos a mano (a ver si se cambia el
peinado que el pelillo pegado le da aire de lavarse poco), pero ya dejó de
hacerlo… Lo hacía ZP I, el Necio en los mítines cuando tenía aspecto de bambi,
pero ya era más que varetón… ¡ya tenía catorce puntas!
El
gobierno de la derechota y el derechazo la ha cogido revolucionaria y está
dando palos a todo lo que haya que reformar, recortar, enderezar, sanar, tajar…
que, a este paso, nos deja España, como diría, el especialista machadiano,
Alfonso Guerra, que no la va a conocer ni la madre que la parió…
¡joder con las ínfulas y los bríos de la derecha! ¡Pura soberbia bellaca! A este estilo imponente y
decidido de la derechaca, el Padre Rubalcaba opone ahora otro alejado del
tabernario y brioso, cual era el suyo. No es hora de modales tajantes e irónicos,
cortantes, ridiculizadores… No: movamos las manos lo menos posible: si acaso
cogidas y encogido el gesto corporal, como mensaje de sumisión, movamos los
dedillos entre la manga del hábito.
Hermanos,
ha advertido alguien, en el hablar hay que tener cierto deje dubitativo,
reiterativo, de tartamudeo. Hay que decir las cosas, como si no nos quedara más
remedio, como si no nos quedara otra salida y si lo decimos siempre en nombre
de la oposición (huyamos del yo pienso,
yo digo, yo… busquemos el plural: ya
les hemos dicho, y siempre en nombre de los votantes progresistas…). Y así
el Padre Rubalcaba habla y se mengua, constreñido, humildito, frente al
todopoderoso gobierno de aires teutones. En realidad…, pobrecito, el Padre
Rubalcaba, él… no querría contristar al pueblo ignaro, no quisiera decirlo y así,
dotemos, hermanos, nuestro discurso en un deje y un tono dubitativo, flexible,
contenido, que desea ser oído como palabras ponderadas que brotan de una
inteligencia cuidadosa, prudente, matizadas en largas horas de meditación y
oración. “¿¡Do nos llevará el alcance imprudente del maligno Mariano,
el de la rima fácil!? ¿Do querrá llevarnos Merkel la teutona ya sin el diablillo orejudo del
alevoso francés!?”.
Hermanos…,
hoy lo dijo desde el atril revuelto en pulpitillo, “No hago declaraciones que
antes no haya pensado”. No doy puntada sin hilo, pobres funcionarios, a quienes
jodimos y rebajamos. Pobrecitos del Señor los jubilados, de quienes nos
gastamos sus dineros en planes E. Desgraciados los desempleados porque no
heredarán trabajo después de dejar nosotros ¡CINCO MILLONES DOSCIENTOS MIL
PARADOS! Pobres los simples de mente que creyeron que dejábamos un 5% y le
metimos un 8,5% que daba gloria verlo… ¡haced penitencia con la derecha, que
otra salida no os queda por no habernos votado…! (“¡Ahora os jodéis!”, ay, aparta de mí estos
pensamientos, Señor).
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