"Os bajáis ¡y sed educados! Discutid y disparar con serenidad...". |
Reconozco que, a lo peor, no soy la
persona idónea, mi formación no me la dieron en la Escuela Diplomática del
Foreing Office. Ser pobre tiene sus limitaciones, a ver, señorita. Se me hace
insufrible intentar una discusión, en el sentido español del término con
personas de pensamiento político opuesto y mucho más aún si, por las causas que
sean, ya de salida son militantes de algún partido: me da igual que sean del
partido que sean. La ceguera de estas
gentes es plena: Dios les dé la ventura de la vista por el ojo de la razón y no
por el ojo del culo.
Los tics de escuela se les nota a todos
estos notas. El modo de ponerse, de proponerse, de debatir… Cuando no hay
razones se niega el razonamiento del otro a tutti
plen, con bombas intelectuales de racimo sin discriminación, minas
anti-personas del mercadillo, razonamientos de barricada de pan mojado en leche, que se
comen las palomas... “Lo tuyo es todo puro slogan”, me dice hoy una señorita. “Lo
que me dices es para discutirlo en el bar”… Si estamos discutiendo por la red…
¡pues ya hemos terminado! Mis razonamientos no son ni buenos, ni malos, ni
discutibles, ni tienen o no parte de verdad… Y SI LA TIENEN, se niega la mayor
y no hay evidencia que te cuajes… Se manda a desplegarse por el terreno.
Mimetizarse con él. Formación de combate –porque todo, al final, es guerra de
guerrillas, todo es pura GUERRA- y a dispersarse. Hacer un pozo de tirador y a aguantar
hasta que llegue la noche, la aviación o un refuerzo de carros…
Si tu razonamiento es esférico,
inmordisqueable para una inteligencia lenta, floja, corta, holgazana, perezosa,
inepta, roma, torpe… estás jodido: has quedado para debatir en el nuevo frontón
Bizkaia,
en Bilbo… ¡no hay cojones quien tumbe la pared! Los muertos duermen. Sus
correligionarios nunca duermen, solo cierran los ojos. El infierno, los malos…
son lo otros… y, la mayoría de la veces, no saben más historia que la vieron en
Ábrete Sésamo y la escrita en El libro de
Petete, 1ª edición, ¡que se gastan menos en libros que yo en viajes
espaciales…!
¿Cómo es posible que dos personas escuchen el fervorín de Griñán,
después de lo llovido, y las dos personas entiendan dos realidades opuestas? SIMPLE.
No se mira el discurso, no se escucha el discurso, sino que se ve y se traduce
por el tamiz del forro de las vísceras y como el Pepe es quien habla, que es de
los míos, miel sobre hojuelas y si fuera el Mariano, el hombre de la rima fácil,…
¡mierda de carril… vuelta y vuelta!, sin perdón: “Doble ración para la
señorita, pago yo”.
Lo escrito: no hay manera de comunicarse con el otro. IMPOSIBLE.
El canal está jodido, el código está manipulado por las emociones –“a mi abuelo
lo mataron en la guerra”, “a mi tía le cortaron un pecho”, “mi hermano no aprobó
las oposiciones…”- y así, pues eso, tan contentitos y tal y tal…, que dice mi
amigo Pepe Martínez.
Pues mucho gusto y a seguir triscando por los montes, señorita…
"... que en este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, todo es segun el color del cristal con que se mira". ...despues estan los daltónicos.
ResponderEliminar