Empiezo afirmando rotundamente, sin
esconderme, sin ambages, sin dilación, que lo del Peñón me pone cantidad. Ya entiendo yo que el duque de Edimburgo, cuando vio a
la rubia vestida de rojo, también se agitó un mucho y le dijo aquello, más o
menos, de que "¡Me
arrestarían si desabrochase ese vestido!”. El tipo no da para más. Su mujer,
esa reina mal vestida de gesto adusto, tampoco… Y lo repito: a mí lo del Peñón me pone… Lo
escribí aquí en una columna. Eso de amagar y no dar es una mariconada de
quienes juegan de boquilla. Si vamos, ya saben… ¡vamos a por todas!
Dicen esos ingleses que hablan la lengua
de Shakespeare
con asento de Caí, pisha…, que si la
Guardia Civil acompaña a nuestros barcos, que a los suyos, que los acompaña la
Navy… Pues nada: cada uno es responsable de sus actos. Eso sí: intentar
acojonarnos con la Navy, nada de nada…, compañeros.
El follapavas de Picardo, la llevo que voy que ardo,
dijo aquello tan hermoso de que la Reina, mi Señora, dejó de ir a ver a Isabel II
por Gibraltar y que eso son medidas del siglo XVIII. La verdad, puesmireusté, no es un tren que sale a
hora fija. La actitud de mi Reina les dice a ustedes que ya está bien de marear
el puto mono en el patusco… Que ustedes ahí, en el rodalillo que tienen, además
de haciendo enjuagues y tenebrosos negocios para una economía dentro de territorio
de la UE, y además, insisto, no paran de hacer lo que les brota. Mandan al tal Eduardo
con motivo del jubileo de la señora de los sombreros y el mal gusto en el
vestir… Puesmireusté que va a ser que
no: que esta vez la perragorda no se
la vamos a conceder, que nos vamos a atravesar como la viga de Torredelcampo y
vamos a ver quien la tiene más larga… ¡Y no es problema ni de predicados ni de
atributos! Es un problema de complemento directo que ustedes no saben poner en
pasiva.
Y al duque de Edimburgo que nunca fue ni
una lumbrera ni el primero de clase mejor dejarlo en palacio. Ya a la edad que gasta,
no quema bien el gasoil… ¡que lleva, mi hombre, un chusmascón negro detrás, que
no le cuento! Ya digo: mejor no sacarlo del palacio que está rijoso y verdón a
la vejez, coño.
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