Doña Laura Alonso, la española. |
Cuando
la generación del 98 andaba a vueltas con el ser de España y mirando cómo
volverla a regenerar y todo eso, los de antes Costa, Picavea, Isern, Ganivet… y luego Machado,
Unamuno,
Baroja,
Azorín…
Castilla, Castilla hizo a España, concluyeron. La Castilla que fizo a sus
hombres y los gasta. "Esto
es Castilla, señores, que hace hombres... y los gasta", que dijo Fernández Coronel,
cuando estaba a dos minutos de entregar su alma a Dios por orden de Pedro I de
Castilla… No es mala frase para cruzar el jodido portalón de la
muerte, a ver: a algunos les sale y a otros no tanto.
Falta
de voluntad, escribió Azorín. No se nos dan las ciencias, por ser del
sur, dijo don
Pío Baroja y lo apoyó Cajal.
¡El individualismo nos tumba!, escribió don Miguel de Unamuno –tan vivo hoy-… El pobre Machado,
menos intelectual, repitió con Unamuno el carácter cainita del español, siempre
dispuesto a matar al hermano. Así no vamos ni a la esquina, ¡nos pelan!
Ortega, Marañón,
d’Ors, Cossío, Azaña, Pérez de Ayala… sobra masa y faltan elites
dirigentes, personas cultas, arrojadas que fueran capaces de tirar de una
República liberal como la del 31, que luego fue pasada por otras aguas y otros
lodazales y, claro, “No es eso, no es eso”, escribió Ortega.
La
unidad de destino en lo universal la dejaron más pegada que un pellejo a una
pared en Alicante… No: siete llaves al sepulcro del Cid… Ni la España Imperial ni los cuentos
de la niñera, señorita… Se acabó… Los cuarenta años del desierto.
España
quiso ser Europa. Pudo quizá ser solo Mediterráneo, incluso África, pero no era
posible: la historia de Europa la hicieron españoles siempre entre alemanes,
franceses, ingleses, italianos, flamencos… España solo podía ser Europa porque
siempre lo quiso ser… Marías lo escribió en la España inteligible.
¿Qué
tenían aquellos que cruzaron la mar Océana…? Pizarro, Cortés, Elcano, Cervantes, Bernal Díez
del Castillo, Colón, el loco Aguirre… y cuantos cruzaron el charco
con un bocadillo mojado de chorizo y la espada herrumbrosa, segundones y huidos
de la Justicia, tahúres y pendencieros, carne de penal y aristócratas sin
rentas… “Nos vamos, pero volveremos”; el gran sueño: Ir y volver forrado.
¿Alguien
pensó en el papel jugado por las mujeres en estos lances? Mujeres arrojadas,
mujeres con sangre en el ojo, mujeres dispuestas a poner sus vidas al tablero
por sacar adelante a sus hijos, sus casas, sus vidas, madres capaces de vivir
con un negro esclavo -¡entonces!- como la madre del Lazarillo por sacar a la prole,
amas y sobrinas capaces de organizar una quema de libros… Mujeres detrás y
delante: el bocadillo sin albal y una muda de calzoncillos… “¡Que tengas cuidao! ¡Y que no te tardes! ¡¡Que te
espero!!”. Y las lágrimas a solas…
Entre
estas santas mujeres, entre estas arrojadas y valientes hembras me apunto el
nombre de Laura
Alonso, la española, que tuvo el valor y el gallardía de defender en el
hervidero del Congreso argentino la Ley…, la Verdad… ¡sin miedo, sin temor! La
española…, ¡con dos cojones! España y su imperio los hicieron las
mujeres en la cama y desde la cocina y en la calle… ¡Con lágrimas y a
empujones!
Brillante. No más comentarios.
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