¿Y si yo les digo a ustedes que llevo 30 años en la educación, que he dado clases desde 3º de EGB hasta 1º de carrera en la Universidad, que he impartido clases en la enseñanza privada y en la enseñanza pública y que nunca en aquella vi la cantidad de medios que contemplo en esta?
¿Y si les digo a ustedes que en ningún programa de acceso a la enseñanza pública, en ninguna prueba, salvo en las propias de la materia, supongo, está previsto que los futuros profesores sepan informática a nivel de usuario?
¿Y si les digo a ustedes que hay compañeros ni mayores ni jóvenes, que de todo hay, que se niegan a aprender –se lo prohíben sus convicciones- el uso del ordenador y son unos perfectos analfabetos informáticos?
¿Y si yo les digo a ustedes que la inmensa mayoría del profesorado no sabe qué aplicación darle a los ordenadores que se les entregaron a los niños en 5º de PRIMARIA y que salvo para buscar cuatro palabras y hacer dos trabajos, el resto lo usan para chatear, ver algún periódico deportivo –he escrito VER, no LEER-, acceder a páginas de sexo… y poco más?
¿Y si yo les digo a ustedes que la inmensa mayoría de los niños reciben sus ordenadores, pero no saben usar apenas los procesadores de textos, no saben teclear con los diez dedos y que es imposible por tanto que escriban textos largos en ellos, salvo que haya que invertir ingentes y desesperantes cantidades de tiempo?
Al fin y al cabo los ordenadores terminan siendo el aeropuerto de Castellón donde no hay aviones o la red del tranvía de Jaén donde de todo hay, raíles, paradas, talleres…, pero no circulan tranvías… El gasto de los ordenadores, como todo esto y mucho más, de lo realizado por tantos necios es un puro despilfarro: poner el carro delante de los bueyes. En el fondo el ciudadano piensa que alguien se ha lucrado y enganchado en estos negocios: administrador que administra y enfermo que enjuaga, algo traga… Luego salen los hijos, los primos, los amigos, los regalos…
La educación no es solo un problema de inversión. Si así fuese nuestros resultados no podrían ser tan malos, tan pobres, tan negativos. Se necesita una verdadera voluntad de negociación, una verdadera voluntad altruista, unas inteligencias que dirijan y otras que sean dóciles, obedientes… ¡sí, sí, ya sé!... Y eso donde cada maestrillo tiene su librillo comporta una empresa…, me temo, CASI IMPOSIBLE.
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