viernes, 6 de abril de 2012

Un pobre hombre llora ante la imagen de un Cristo de su pueblo...

        Bajo la pobre imagen de un Cristo con la cruz a cuestas, un pobre hombre, Hugo Chávez, hace la oración de un hombre pobre.
          Lo dejó hermosamente escrito Manrique… “cómo se pasa la vida,/ cómo se viene la muerte/tan callando”. La muerte tiene una capacidad de igualación que a todos sorprende por su autoritario comportamiento, contra ella no hay relativismo alguno, frente a ella no valen excusas, si viene de cara… no hay dilación… Todo el relativismo del hombre actual choca frontalmente con la vívida realidad de la muerte que a todos se lleva… Ubi sunt? Querido amigo, ¿dónde están… los ricos, los poderosos, las bellas, los dictadores, el imbécil del sexto, el encanto del bajo, el amigo, el hijo, el padre…? No están, han ido a dar la mar, que es el morir.
         No sé que se dirán en las cancillerías de este general cabezorro y cefalotórax vestido de colorado. No tengo ni idea. Seguro que no es tonto. Es un hombre que tiene a una nación en un puño. (Tampoco toda la nación puede ser lerda). Ese hombre inteligente de formas toscas, de modos groseros casi, en sus andares, en sus alocuciones… tiene cáncer. Sí, cáncer. La enfermedad ante la que muchos se arrodillan, lloran, se desesperan, crecen, mejoran, suavizan caracteres y personalidades… CÁNCER. Palabra que se pronuncia quedo en los pasillos y al oído, CÁNCER, sotto voce con el respeto a quien tiene el poder de llevarnos con los pies por delante, para siempre, de pronto, casi.
          He sentido pena por este pobre hombre enfermo que no quiere morir. Quiere seguir haciendo, dice, todo lo que su patria necesita… Y le pide a un Dios que concibe de un modo mecanicista, un Dios raquítico, un Dios que sabe que es Cristo:  "Dame tu corona Cristo, dámela, que yo sangro, dame tu cruz, cien cruces, pero dame vida, porque todavía me quedan cosas por hacer por este pueblo y por esta patria, no me lleves todavía, dame tu cruz, dame tus espinas, dame tu sable que yo estoy dispuesto a llevarlas, pero con vida, Cristo mi señor", le dice Chávez, en su oración, a Dios, ¿cuántos no le habrán dirigido palabras semejantes al Sumo Hacedor?
           Aquí decimos que le pega menos que a un santo dos pistolas, sin embargo, el Cristo de Chávez tiene un sable… Creí yo que fue San Pedro quién le peló una oreja a un tal Malco, pero en fin…
          No, no me voy a reír, Dios me libre de esbozar siquiera un sonrisa ante la oración de un pobre hombre como un castillo que llora en presencia de sus vecinos, ante sus pobres padres, ante la imagen del pobre Cristo de su pueblo que marcha camino del calvario…
          Chávez siente la presencia de la muerte que le ronda. Se dijo que quizá pudiera ver al Santo Padre en Cuba, al paso de este por allí… No se concretó nada que yo sepa, que se sepa. Fidel pidió un libro para meditar ¿sobre las postrimerías, quizá?
       La muerte no admite regates. Para la muerte que viene no hay pretextos. Toda evasiva ante la muerte de nada sirve. Tan poderoso el presidente de Venezuela, tan jactancioso, tan engreído ante los poderosos de la tierra, ante el misterio de la muerte y la presencia de Dios en el mundo… el pobre Chaves llora y reza, como puede, como sabe. A Dios le pido, de corazón, lo mejor para ese pobre hombre enfermo que se llama Hugo Chávez.

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