Por
poco que haya seguido este blog, será consciente de que Santiago Carrillo para mí no tiene
ningún otro don que el de ser sospechoso “de hacer cosas feas”,
que diría el Consejero en funciones de la Junta de mi Andalucía. Carrillo suena
en mi memoria a muy pasado y a nada bueno. Santiago Carrillo es un santo de la
izquierda sin hornacina ni iglesia. Carrillo es el modelo de político
profesional que saltó de las juventudes de la UGT al PCE y desde ese momento
vivió siempre como funcionario del comunismo internacional y español. Carrillo
me recuerda a algunos de mi pueblo que mataron en Paracuellos del Jarama. Carrillo
suena en mi pasado a un hombre que detuvieron con una peluca. Me recuerda a don
Rafael Calvo Serer, hombre de una pieza entera. Me suena al comunista que
fumaba tabaco rubio americano, Winston por más señas, mientras yo apenas tenía
para pagarme un negro español, Ducados (yo trabajaba con nómina y él seguía
cobrando por ser comunista). A Dios pongo por testigo de que no le tengo ni
rencor ni odio. Es un nefasto personaje de la Historia de España. Me dicen que a
sus mil años ha sido operado de apendicitis y que, al abrir el ojo, lo primero
por lo que ha preguntado es por los recortes.
No
debe preocuparse el viejo comunista, como mínimo, español. No, a él no le faltará
con su pingüe pensión como diputado. Y ya, a su edad, por mucho que le recorten
de la coleta, de la tripa y de la colita… no importa. Viva en paz, sin luchas
de clases, el dirigente comunista. Y a mejorarse, que Dios da a todos amparo y
hace salir el sol para buenos y malos, ricos y pobres, altos y bajos, inocentes
y asesinos…
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