miércoles, 18 de abril de 2012

Regreso a Las Hurdes.

         A perro flaco, ya se sabe. España hoy por hoy es perro garabito, ni galgo ni podenco, perro de hortelano que no puede comer manzanas ni lo dejan… De unos años a esta parte parece que todos los males habidos y por haber, las siete plagas de Egipto, tienen su cobijo en esta vieja y destartalada Nación.
         El problema económico, la crisis, nos golpea sin piedad. En la manopla inmensa de la crisis parecen haber puesto una herradura de buey, como en los dibujos animados, y va España por el cuadrilátero de la escena mundial como un boxeador sonado, cumplido, agotado, acabado.
         La solidez que nunca tuvo, la vertebración deseable, la unidad que siempre quiso, la robustez de antaño, pero que nunca nadie del todo conoció, se vuelve ahora debilidad manifiesta, egoísmo insultante. Estamos en la hora de la verdad, en la hora torera de las cinco. Las comunidades, las autonomías, las nacionalidades sacan de paseo a sus Padillas, Bravos y Maldonados con la firmeza de quien no está dispuesto a dar nada propio al vecino. La solidaridad es una dama que vaga por las tierras desamuebladas, vacías de una Castilla que hizo una vez España, pero ya no tiene más hombres que gastar.
         Quienes podían ser modelos y debían ser modélicos no escapan al mal de ojo de su propia necedad. En la maldición que arrastramos, el niño Juan Froilán se ha disparado en un pie. Urdangarín se ha enganchado con la manteca. Nuestro Rey se ha escurrido en un pobre escalón y los pueblos del otro lado del charco, ¡a la Madre Patria que tanto odian cordialmente!, le echan cojones y le roban a cara descubierta, una empresa que vale miles de millones de euros, así, a cara de perro, por la puta cara y, además lo hace una mujer y enlutada, ¡lo que nos faltaba en una sociedad tan supersticiosa y machista como la española!
         Arrastramos un déficit de formación, de educación, de instrucción, de civilidad, de concordia, que chorrea por los resultados de PISA: España es una nación inculta y postrada. España vuelve a ser un pueblo de patillas y navajas largas y escritos cortos, de pensamiento inútil y estéril… Quien quiera sobresalir debe largarse: ¡maricón el último! La Universidad, leo, no investiga: ¿es acaso nuevo esto o la endogamia y su inoperancia viene siendo denunciada desde hace decenios? ¿Leyó alguien lo escrito sobre ella por Ortega?
         Un gobierno bisoño no deja de pisar charcos de estilo e imagen. Un gobierno que solo puede ser exigente y contundente es vapuleado por todos y en particular por una oposición que abandonó el gobierno de la nación hace cuatro días y se escuda y oculta diciendo que ellos estuvieron ocho años, pero que las soluciones tienen que ser al minuto: “El gobierno –dicen- da soluciones a problemas viejos, a problemas de hace seis meses”. El cinismo acampa en el reconcentrado rencor español que espera impávido, pasivo, a que su enemigo –¡que no su adversario!- lo pasen por delante de su tonel, camino del cementerio…

         Sí, hoy, como el poeta sevillano me siento triste, cansado, pensativo y viejo.

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