martes, 24 de abril de 2012

Recortes, reajustes, ajustes y demás jodiendas...


      Tertulia amable de amigos. Distintas edades, distintas tendencias políticas, distintos sexos… El sentido común acampa. Lo tengo claro. Sólo los ricos se pueden oponer por sistema y frontalmente al reajuste, al recorte, a las reformas. Entiendo por rico quien tiene, quien siempre tuvo, quien tendrá todos los derechos, incluido el de negar lo evidente. El rico no está acostumbrado a que se le niegue nada. La templanza no está entre sus virtudes. “El mes que viene le toca comprar los zapatos a tu hermana. A ti, después”. Era normal donde lo poco que hubo se repartía. La clase media que ha estructurado la España invertebrada de Ortega, esa clase que siempre llegó a final de mes con el gasto ajustado al cobro de primeros del mes siguiente, esa clase media de funcionarios medios, de autónomos medios…, de empleados medios: ¡esos lo entendemos de cine! “Este mes no fue posible ahorrar ni mil pesetas”. No me refiero a esos que durante la burbuja nos decían a los funcionarios que éramos unos pelaperros, unos andarríos, unos pillatigres, unos satélites… y se reían de mí en mi cara esos alumnos míos –y tuyos- que levantaban 400 papeles todos los meses en los destajos de la costa. Ubi sunt? Entonces todos se reían de nosotros, de la clase media, de los pringados de siempre, de los funcionarios, de los connómina, esos que siempre dijimos la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad a una Hacienda que nos tiene trincados por la nómina. ¿Qué hay de lo que declaraban esos destajistas y esos médicos y esos abogados, y esos albañiles reconvertidos en contratistas, y los carpinteros, y los herreros y esos vendedores de coches…?
        “¿Cómo va a funcionar un país donde sus funcionarios están de cafés y periódicos?”, se preguntan. Me sigo yo preguntando dónde están los muchos euros que ganaron, que despilfarraron, que no existían y eran sólo humo… Ubi sunt? ¿Dónde están esos empresarios de mucho móvil, coche de alta gama, muchas comidas, la nueva cocina… y la ropa cara? No eran muchos de ellos sino meros comisionistas, intermediarios, listillos… que no creaban nada, que no generaban nada.
        Si esta familia quiere salir adelante, esta familia debe ahorrar, gastar menos, fumar tabaco negro, usar menos el coche, gastar lo necesario, ahorrar lo justo y ser sensata… El sentido común, ya se sabe… Y lo peor no es eso: lo peor es que en esta España nuestra, de diez cabezas nueve embisten y una piensa… ¡Pues hale a pensar y ser sensatos y honrados!

1 comentario:

  1. Cuanto niñato de BMW dando acelerones, cuando cualquier pelopincho podía entrar en el club de los 2400.
    Lo peor es que en esa época los bancos te daban 240.000 euros de hipoteca si presentabas una autorización para ir de excursión al Zoo de Córdoba firmada por tus padres.

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