jueves, 12 de abril de 2012

Vivo del partido, ¿y usted?


    
        Es conversación vieja con un socialista de cepa y bien. “Antes de entrar en la carrera política, obligaría a todo militante que desee correr por ella, a trabajar en algún empleo, el que sea, pero que pase unos años curtiéndose en la intemperie, con una nómina, con unos estudios, con un oficio… No puede ser que la cúpula del partido por doquier la formen gentes que no conocen nada que no sea el propio partido, los entresijos del partido, la política como profesión y el estile en la cintura y los crampones para andar por todos los terrenos”. Este socialista de buena cepa hoy no es miembro del partido. Él era ejemplo de su propia tesis. Se jugó y perdió su familia por un mal entendido servicio a las personas, a su pueblo, a su partido, a unas ideas. Nunca pensó que los costes serían tan altos, pero lo fueron. No olvido sus sensatas ideas al respecto.
        ¿Saben ustedes quién es Soraya Rodríguez? Pues esa señora que muerde a todo lo que se menea, que ladra con prognatismo inferior; ese Sargento de Hierro que se ha apañado Rubalcaba como cuerpo de choque; ese botarate vocinglero… Esa señora, esa doña Soraya Rodríguez… es modelo de lo que escribí en el primer párrafo. Pura carne de partido. Leo su currículum y todo, absolutamente todo lo hecho en su vida laboral, se lo cuajó a la sombra de unas siglas.
        Hace unos días comentaba de Trini Jiménez… otro ejemplo de planta trepadora sobre el tronco del partido. Miro la biografía de Bibiana Aido, de Leyre Pajín, Tomás Gómez, Zapatero I el Necio… y por la teta les vino el socialismo, y a la sombra de papá nos creció el cargo y adheridos a la planta socialista hemos llegado a ver ese sol que brilla en las cuentas corrientes…
       
        No son ejemplo de nada bueno: estudios sin terminar; de nada que eleve, que empuje hacia lo mejor, que ilusione, que hierva en la sangre…: revolucionarios de tres pesetas (que todo cambie para que todo siga igual). Tristes funcionarios al servicio de partidos, tristes engranajes de partidos, correas de vacío y desaliento. Lo siento no me conmueven.

* * *
       
        Leo en estos días una larga biografía de Marañón. ¡Qué diferencia entre aquellos hombres que se dedicaron de pasada a la política y los profesionales de hoy! Marañón, Ortega, Unamuno, Azaña, Pérez de Ayala, Zuloaga, Cossío… Leo cómo Ortega, sin un duro, le extendió una boleta a Marañón que le prestaba 3000 pesetas de la época para promover la Asociación al Servicio de la República… Se ponían al servicio, servían… Hoy sigo teniendo la convicción de que la mayoría se sirven de cosa pública, sin pudor… y no me alegro, siento pena, mucha pena de una nación que derrota hacia peligrosos bajíos, mientras unos imbéciles se dedican a perder el tiempo… ¿Pero y yo… qué puedo hacer yo por esta España, sino lo que hago?

        De veras, estoy otra vez para irme… 

1 comentario:

  1. Me llegó un libro "La Casta o el increible chollo de ser politico en España" de Daniel Montero, ¿sabes algo de este libro?

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